martes, 27 de setiembre de 2011

Su primer llanto de despedida un lunes por la mañana

Qué difícil es ser mamá, más aún cuando pasan este tipo de cosas que a pesar que te las cuentan, se siente muy feo vivirlo y experimentar este tipo de situaciones personalmente.

Lunes, 26 de Setiembre,2011 - 8:40 a.m.
Me levanto como todas las mañanas a llevar al bebe a la sala y dejárselo a Selene para que no se quede solito ni en su cunita ni en el corral porque siempre lloran cuando se queda solito, Sebastián pasa a los brazos de Selene y yo me doy media vuelta para comenzar a alistarme para ir a trabajar, en eso escucho su llanto. Me quedo en la mitad del pasadizo y no sé qué hacer, no sé si regresar para que se calme o seguir avanzando y hacer como si nada hubiera pasado.  Pienso, si regreso se va a calmar pero me voy a tener que volver a ir y va a volver a llorar y seguro más fuerte, si sigo de frente seguirá llorando no sé hasta cuándo...

Me tomo unos segundos y decido regresar a la sala.  Encuentro a mi gordito con el cuello torcido mirando hacia el pasadizo con su puchero y lagrimitas que le corrían por su carita... se me partió el corazón y no supe qué hacer.

Me senté en el comedor mientras tomaba mi desayuno y de paso esperaba a que Sebas se calmara pero no podía voltear a mirarlo.  De pronto ya no pude más y sentí que era la madre más mala del mundo, mi corazón se rompió una vez más y me puse a llorar en silencio.  Selene trató de calmar al bebe, distrayéndolo y poco a poco se fue calmando mientras comía su papilla.  Quise cargarlo pero era mejor no meterme una vez más.

Terminé mi desayuno y con la cabeza gacha, caminé hacia el cuarto y otra vez empezó su llanto, pero esta vez no sonó con tanto sufrimiento.

Avancé hasta mi dormitorio, me alisté y regresé corriendo para verlo.  Su papá se me adelantó y Sebas lo miró con alegría buscándole la mirada y haciéndole gestos para que lo cargue.  Willy lo cargó y cuando yo me acerqué, Sebas sólo me volteó la mirada y me ignoró. Nuevamente, se me partió el corazón. No pude más y me puse a llorar una vez más por sentir la indiferencia de mi bebe de 8 meses y medio de edad pero que me transmitieron muchas cosas a la vez.  En ese momento no quise dejarlo, pensé en quedarme y no ir a trabajar pero Willy me animó, me calmó y me abrazó.  Luego Selene se lo llevó tratando de distraerlo una vez más.

Crucé la puerta y salí.

Qué difícil es ser mamá!


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